martes, noviembre 30, 2010

Un año


Hoy viajan dos personas a las que quiero. Lo hacen lejos. Durante un año. Como las bellas historias, su viaje tiene un inicio feliz. Una promesa, una mirada... aviones... y ¡A viajar!

"Aquel día, en aquel avión, después de enamorarnos de Marruecos, los dos nos miramos y reconocimos que esos comentarios que de vez en cuando hacíamos sobre viajes increíbles eran reales. “Entonces… ¿Lo hacemos? ¿Damos la vuelta al mundo?”. Recuerdo perfectamente esa sensación de vértigo, como un apretón de manos mental y una promesa confirmada. Y dos sonrisas enormes."

Así lo explican en su blog que a partir de hoy será una cita diaria para saber de ellos, para esperar sus noticias como si mirase a por la ventana a la espera de la llegada de alguien impaciente.

Dar la vuelta al mundo. Cada vez que se lo cuento a cualquiera tiene la misma reacción: Mirada de incredulidad, de menudos amigos locos... En las frases que dicen esos cualquieras hay en cierto modo envidia, desazón por no dar el paso.. Yo sé que no sería capaz. No me engaño. Y por eso entre cafés, prisas, fríos, kilómetros y maquetas yo me siento orgulloso por ser su amigo. Por tener gente cerca capaz de hacer esas locuras bellas que dan sentido a la vida. Por eso sé que les va a ir bien. Porque esa mirada que estos días tanta paz y ánimos me han dado se merecen lo mejor y sé que lo van a encontrar. Y dentro de un año nos veremos y nos reiremos con sus historias entre cafés, cervezas y Ricard!!!

A. D. Sed felices. Os cuido Logroño.

martes, noviembre 23, 2010

Una estatua

Desde arriba mira a un horizonte en el que no hay nada más que tejados, antenas, nubes, sol, azul, estrellas y alguna hoja que vuela en otoño. Esta verde y y gris. Siempre la vi así, por eso no me sorprende. Las tardes de sábado cuando iba de la mano con mis padres siempre la miraba y ella no lo hacía. "Es porque espera a que algún día la inauguremos... ese día te mirará". Esa era la respuesta más recurrente. Más de cien años de espera con una anécdota como carta de presentación. Esa es la mejor definición de la Estatua de los Fueros de Pamplona en pleno Paseo Sarasate (Valencia para los pamplonicas... y eso es otra historia de esta ciudad).

Y como Pelayo en Gijón, la Cibeles en Madrid, Colón en Barcelona, Don Diego López de Haro en Bilbao o Espartero en Logroño... ahí está viendo pasar el tiempo. Ahora la van a restaurar. El Diario de Navarra publica estas maravillosas fotos para que podamos ver sus ojos, sus arrugas antes de que empiece el proceso... Sigue ahí, altiva y sonriente en verano con la tómbola dando premios e ilusión. Fría y amigable en el otoño, empapándose de lluvia y del olor de las brasas del castañero de la Calle Comedias. Silenciosa y misteriosa en invierno, cuando la nieve rellena su corona y sólo se oye el leve sonido de las campanas de las iglesias. Viva y locuaz en primavera, cuando las flores rojas y blancas inundan los jardines del paseo y los jóvenes pamplonicas se sientan en sus escaleras esperándose unos a otros con miles de cosas que contarse y vivir en los recovecos del Casco Viejo.

De pequeño yo la miraba con orgullo. Como algo inalcanzable. Su cabeza coronada siempre en la misma posición. Ese brazo con un papel en piedra enigmático con un 1903 claro y preciso. Cadenas caían de su mano y pensaba que se cansaría de estar sujetándolas. Cambiaría de posición. Pero no. Ahí estaba todos los días, esperando una inauguración que nunca llegaba. Que nunca llegará. Porque los navarros la construyeron para defender su historia y esa peculiaridad la hace especial: Una estatua sin presentación en sociedad.
Ahora, en unos meses volverá a lucir guapa. Y pensará que va a llegar la hora de que alguien le deje cortar un lazo de un manotazo con sus cadenas. Y se dará cuenta de que eso no va a ocurrir y volverá entonces a mirar al horizonte sin fijarse en nosotros. Altiva. Pensativa. Con algo de dolor. Esperando. Esperando...

viernes, noviembre 19, 2010

Tranqulidad y bengalas


La vida son chispazos. De alegría, de tristeza, de deseos, de sueños. Ya me lo dijo mi amiga 'T' una mañana entre vinos esta semana. "David, la vida son como chisporroteos de esos como los de las bengalas". Y tenía razón. Todo va rápido, suavemente rápido y nos sorprende. Lo que parecía imposible, surge con una llama luminosa. Lo admiramos con los ojos bien abiertos y poco a poco se va esfumando para quedarse como realidad en nuestro interior. Lentamente.

'T' también me dijo entre sonrisas que me notaba con otra mirada. Y yo me ruboricé. "Has recuperado algo de esas chispas graciosas que salían de tus ojos cuando te reías por cualquier tontería. Vuelves a ser el de antes". Y no sé... puede ser cierto. Porque me encuentro tranquilo. Voy poco a poco. Me ilusionan las bengalas de nuevo como antes, me río ante el frío y pongo buena cara a los problemas. Si alguien me dice algo malo, procuro no interiorizarlo más de la cuenta. Si vienen lluvias, pongo el parabrisas o abro el paraguas. Si viene día despejado, hago caso a Algora y pongo 'mi mente al sol'...

Las bengalas han vuelto a mí. Y que no se vayan. Nunca más.

domingo, noviembre 07, 2010

Como hojas...



Hoy es domingo por la tarde. En la calle llueve y huele a castañas asadas... es normal... estamos en noviembre, en otoño. Y hace viento. Un poco. Los árboles van dejando el suelo perdido de hojas. Amarillas, rojas, marrones... combinadas con las aceras blancas o negras queda muy bonito.
En La Taconera, uno de los parques más bonitos de Pamplona, un par de niños juegan por los jardines y le han pegado un par de patadas a un montón de hojas que el barrendero ayer debió haber dejado preparado para recogerlas esta noche. Y las hojas vuelan. El viento las lleva lejos. Diez metros. Cien metros. Lejos de mí. Mil metros. Lejos...
Miro hacia el cielo. Veo como vuelan. Algunas lejos, otras se quedan en seguida en el suelo. Y en mi cabeza empieza a sonar el rasguido de la guitarra y el repiqueteo leve de los tambores de una canción de Love of Lesbian. Meto las manos en mis bolsillos y pienso en ella...
"Ahora me escondo y te observo y te puedo decir..
yo mataré monstruos por ti
sólo tienes que avisar..."
Me fijo en una de las hojas. Discreta cae junto a mis pies. A mí, que siempre me ha gustado coger hojas y meterlas entre los libros, dudo esta vez si guardarla. Es demasiado grande y está muy seca. Se rompería. No es buena idea.
"Hoy lo he vuelto a notar..
Cada nube es un plan...
Se transforma al viajar...
Y no me pesa y se va...
Somos nubes no más..."
No es buena idea porque además ha volado hasta mis pies. Buscando un plan. Buscando su sitio. Y no sé si un libro de segunda mano es su lugar. Si busca desintegrarse para alimentar al campo, si busca ser pisoteada, si quiere volar... volar...
"Como hojas que danzan al viento así
nos elevará el tiempo y nos hará rodar y rodar y rodar y rodar..."
Esta tarde me siento como una hoja que quiere rodar y volar buscando nuevos planes, nuevos proyectos y nuevas ideas. Que unos niños me lancen como las hojas al cielo.

"nunca hay final, no hay final, no hay final no es verdad..."