domingo, junio 13, 2010

'La lloca'




Hay en Gijón una estatua a la que tengo especial cariño. Es verde, arrugada y mira al horizonte. Mira al mar. Está sola, pero a la vez siempre acompañada. Por viandantes, por el sonido del mar o en el recuerdo de los que la vimos alguna vez. La llaman 'Lloca', 'La lloca del Rinconín': 'Lloca' porque mira al mar con su mano alzada recordando a los que se fueron con la esperanza de volver; y 'Rinconín' porque se encuentra en el paseo más bonito de la ciudad.

La primera vez que la vi fue en una foto. Tenía un pie dañado por la salitre y en el trabajo explicabamos el proceso de restauración. Y ya me cautivó. La de veces que he ido a verla con mi bicicleta para mirar junto a ella el horizonte. Y me relajaba mucho, me hacía sentirme pequeño en la inmensidad del mar.

Pero el domingo pasado mi visita fue especial. Hacía un sol esplendido y estrenaba Ipod y chaqueta. Sonaba algo alegre en mis cascos y el sol brillaba en Gijón. Cuando dejé la bicicleta y me dispuse a sentarme frente a los acantilados, un padre con un hijo se acercaron a pedirme que les hiciera una foto. Como no quería hacerles un contraluz, les dije que se movieran para sacar además así la mejor vista de Gijón. Pero ellos no querían. Querían una foto en la que la mirada de la 'Lloca' fuera la protagonista. Se la iban a enviar a su mujer que estaba en Afganistán. Querían que ella viera que tanto ellos, como la 'Lloca' se acordaban de su sonrisa. Yo no sé si me tomaban el pelo, porque parecía demasiado poético y casual para que me ocurriera a mí. Insistí que si querían que se viera la cara había que moverse. Pero no cedieron. Así que yo les hice la foto a contraluz. Los dos con una sonrisa. El papá agarrando al niño de la mano que no movía ni una pestaña: "¡Un, dos, tres... patata!"
Y claro la cara de la estatua no se reflejó. Le hizo sombra el sol radiante. Y yo les enseñé para que vieran que era mejor repetirla. Pero no quiseron. Ya tenían lo que querían. Su foto con la estatua favorita de su mujer. Un 'Lloca' que no se la veía triste y quise pensar que así la mujer cuando recibiera en su correo la foto imaginaría que los tres sonreían para hacerle más feliz la lejanía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oooooohhh! Qué bonito, deibis... Me ha puesto los pelillos de punta... Gracias por haber recuperado este espacio que, además de habitable, es de los más acogedor.
Un beso.
Mamen.-

Anónimo dijo...

Gracias a ti... guapa!