martes, abril 12, 2011

Cena


Sentirse pequeñito. Pequeñito y tranquilo. En un gran mar de historias que se entrecruzan en una cena. A. mira de reojo a S. porque hace un mes que apenas ni se llaman por teléfono. J. habla obstinadamente con R. de lo que le ha ocurrido esta semana por enésima vez. Alguien levanta la copa... bueno el vaso, que para eso estamos en un bar normalito, y trata de brindar porque un año más nos juntemos todos... Todos callan y sonríen. Un par de segundos de pensamientos por cada comensal... y a seguir. A seguir sintiéndose pequeñito en un mar de historias. En unas encajas, en otras ni si quiera te han invitado. Pero tú estás ahí. Y sonríes. O tratas de fingir esa sonrisa mientras tu cabeza busca un lugar de escape. Tranquilo. Lejos. Y de pronto te acuerdas de aquel silencio veneciano. Aquella foto con tu cámara malísima (regalo sencillo de tus padres) en la que se veía un viejo dique de 'la Serenissima' en mitad de la laguna... Y vuelas ahí. Recuperas los sonidos, el olor a sal y humedad. Tú con tu bufanda y tus legañas. Con los pies fríos frente a un día nublado empapándote más de belleza y tranquilidad...

Y de pronto alguien te toca el brazo..."¿no brindas?"... A. te mira sorprendida y tú para no ser menos despiertas de tu viaje. La foto se esfuma pero la sensación de tranquilidad no. "Claro... brindo... ¡Cómo no!"... brindo por todo, por lo bueno, por los recuerdos, por sentirse como en casa después de años de ausencias, porque sigo siendo yo, por las promesas cumplidas, por las que se van a cumplir. Por mí. Por ti... Por mi foto.

No hay comentarios: