sábado, mayo 07, 2011

Árboles


Todos los días lo miro por el balcón. Y crece. En invierno está desnudo y dormido. Pero crece. En la primavera, como ahora, luce alguna flor amarilla y unas ramas llenas de hojas efímeras. Y crece. Yo tengo suerte: Tengo clara una cosa y encima la tengo cerca. Conozco a mi árbol favorito y me acompaña cada día.
Ya puede haber preciosos ejemplares como la Sófora Japónica del Vienés en la Taconera, la Secuoya del Paseo Sarasate, el tronco viejo y desgastado del parque de San Francisco de Oviedo.... que para mí este árbol tan normal es mi favorito. Quizá sea por eso. Porque es normal. Porque cada mañana cuando era pequeño y me asomaba al balcón para ver qué tiempo hacia lo veía mirarme desde abajo y darme el parte meteorológico con su movimiento de ramas o su quietud.
También lo quiero porque es sencillo. Es un ejemplar de ramas tranquilas, geométricas y puedo tocarlo. Puedo abrazarlo. Y alguna vez lo he hecho de noche, cuando llegaba a altas horas después de una juerga y me acercaba ya a la puerta de casa. Lo abrazaba y le decía: "Tú siempre aquí, pase lo que pase".
Que es importante tener siempre algo ahí... pase lo que pase. Ya sea un árbol, una roca, una playa, un paisaje, un olor, un sabor.... Algo cotidiano que sepas que no te va a abandonar tan fácilmente. Porque está amarrado al suelo o quizá a ti. A tu interior. Sin que tú lo sepas. Siempre a tu lado. Acompañandote y empujándote día a día.

2 comentarios:

Dos dijo...

Bonico, bonico...

Deibis dijo...

gracias guapa