sábado, enero 30, 2010

Pasos y muros


Mi vida siempre ha subido y bajado. Cuestas altas de emociones fuertes y grandes bajadas que no me dejaban ver mi objetivo. Andar, andar... siempre buscando un camino menos pedregoso, menos aspero, donde descansar mis pies. Ingenuo de mí...
Estos días estoy caminando despacio reconociendome sobre un firme liso. No quiero más altibajos. Me he propuesto caminar sobre arena suave que me dé tranquilidad. Y aunque a veces me encuentro alguna duna procuro atravesarla con una sonrisa. Las cuestas son inevitables. Para eso somos complejos, para eso somos seres humanos. Pero la manera de enfrentarte a ellas es lo que realmente le hace a uno crecer y no sufrir más de la cuenta. Sé que voy a ver muchos muros en mi vida, muchas pendientes y muchos abismos, pero voy a procurar sonreír más y asumir que van a estar siempre ahí porque como me decía mi amigo D.: "Atravesar un muro es imposible, lo mejor es habitarlo."

lunes, enero 18, 2010

Tranquilidad.


Las ciudades tienen sus formas de ser. Unas son ruidosas y alegres. Otras agresivas pero entrañables; las hay ariscas, sucias, entrañables, nostálgicas..... Para mí Wahington es una ciudad tranquila.
Tras el bullicio neoyorkino, cuando mi cuerpo cansado llego a la capital de los Estados Unidos se adormeció y vivió los días en una tranquilidad. Ya me lo habían dicho, Washington es un lugar en el que todo pasa relajado, no hay prisa. Es perfecto para ir con niños... je,je
Yo no iba con niños, pero he de reconocer que en algunos momentos volví a mi infancia viendo el Museo de Historia Americana o recorriendo los lugares infinitos del Museo de Historia Natural y el del Espacio.
En Washington se puede pasear, respirar, estar tranquilo y conversar con los amigos sin prisa por la hora. En mitad del Mall, la pradera que va desde la Biblioteca del Congreso hasta el Monumento de Lincoln, hay compañeros de empresa que juegan al fútbol en su ratos libres, gente haciendo tai-chi y mucha luz y silencio de ese necesario para recuperar la sonrisa perdida con el paso de los días. Porque el tiempo es importante y aquí, en Washington, la gente lo sabe disfrutar.

domingo, enero 17, 2010

Aviones....


¿A quién no le gusta volar? Vale... A veces da miedo. Lo sé. Yo que tengo vértigo soy la primera persona en decirlo... Pero volar es maravilloso. Es una pena que los aviones tengan tan pequeñitas las ventanas. Con lo que me gusta a mi mirar a través de esos circulitos. Todo pequeño, todo reconocible. Ver los montes, los ríos, imaginarme cómo son los pueblos por los que sobrevuelas. Cómo serán sus gentes, qué preocupaciones tendrán, cómo será su día a día, su vida. Aprender. Aprender. Sobrevolar y observar....
En Washington hay un pequeño homenaje a ese sueño que a todos nos ilumina la cara. En el Museo del aire y del Espacio de la ciudad se encuentra el viejo avión que todos conocemos como el Espíritu de Sant Louis. El auténtico. El de metal con sus tornillos, su soldaduras y sus ruedas y hélices finas que dan miedo.
Allí colgado en las alturas del gran hall, el primer avión que atravesó el Atlántico sin parar es un sueño infantil para todo el que pasa. Cuando entramos al Museo cientos de niños miraban hacía arriba a ese pequeño aeroplano. Había naves, misiles, estaciones planetarias, equipajes, trajes de astronautas... pero este pequeño avión tenía un espacio especial en los corazones de todos. Se dejaba ver y se sentía observado.
Y yo me imaginé montado en él recorriendo sólo los kilómetros bajo el agua del mar pensando si llegaría o no... Y me entró una mezcla de emoción y escalofrío con unos toques de felicidad al pensar en el aterrizaje en París como un héroe infantil, un personaje que había conseguido la proeza de ser recordado por algo feliz y que a todo el mundo le gusta. Volar...

Volar, volar, volar....

viernes, enero 08, 2010

Carreteras


Siempre he sido una persona montada en un autobús. Todos los acontecimientos importantes de mi vida se asocian a este transporte. En él he pasado las horas más tranquilas de mi vida. Mirando por la ventanilla, escuchando mis míticos cd's, leyendo un libro o cerrando los ojos imaginando lo inimaginable, analizando lo hecho y proyectando el futuro.
Autobuses de ida y vuelta. Pamplona, San Sebastián, Madrid, Bilbao, Gijón, Oviedo, Palencia, Granada, Barcelona, Logroño, Burgos, Santander, Zaragoza.... De dos pisos, minibuses... Siempre con prisas, siempre con sueño... Siempre ahí.

Por eso tomar un autobús en Nueva York para ir a Washington no me supuso ningún problema. Es más, fue un aliciente. Salir de Manhattan y ver el Skyline desde New Jersey, recorrer las carreteras de varios Estados, ver Baltimore y recordar la canción que Counting Crows le dedicó a esta ciudad y que tantas tardes de invierno me acompañó...

Autobuses... El medio de transporte de mis sueños. Siempre me gustó sentarme en los asientos intermedios donde no molestar y donde nadie me moleste. Mirar por la ventanilla y dejarme llevar. Y aunque en este viaje nos pusimos en las primeras filas hice lo mismo. Eso sí. Con un libro que me enamoró y me reconcilió con la vida (Gracias Ruth por recomendármelo... tenías razón...).

Y fue más que un viaje. Porque no sabía que cuando llegara a mi destino me iba a encontrar con que una ciudad iba a conquistar mi corazón tan bruscamente: "Y de pronto, Washington." Esa fue mi frase. De pronto en mi vida. Trastocando mis conceptos. Llenándome de paz y felicidad.

martes, enero 05, 2010

Noche de Reyes


¿Te has portado bien? Vale... es una pregunta que a veces es difícil contestar... pero cuando te la hace un niño un 5 de enero en una carroza llena de caramelos la cosa cambia. ¿Te has portado bien? Yo le contesté con un gesto. Una sonrisa luminosa. Y con eso bastó para que ese año se me cumplieran todos los deseos.



Noche de reyes. 5 de enero. Magia e ilusión. Padres y niños se convierten en uno. Todos vivimos aquello que nunca debimos perder: la inocencia. ¡Qué sería de nosotros sin esa fragilidad que nos hace ser buenas personas! Por eso cada 5 de enero renovamos los votos de nuestra inocencia que poco a poco perdemos con el paso de los días y que esos tres personajes nos recuerdan que nunca debimos abandonarla.

Reconozco que tengo debilidad por esta tarde-noche.... Nunca saldré y siempre me iré pronto a la cama. Se me iluminan los ojos cada vez que me ciño la bufanda y los guantes para ver llegar en sus camellos a sus majestades. Ya no les grito. Sólo sonrío. Para eso están los niños de mi alrededor. Yo les hablo por dentro. Ellos los saben. Con eso basta....

¿Me he portado bien? Me pregunto este año... Y yo creo que sí. Eso espero. Esta noche me iré pronto a dormir y mañana comprobaré que las ilusiones y los deseos se empiezan a cumplir. El primero, ver sonreír a los que tengo a mi alrededor. Y eso, seguro que se cumple.

domingo, enero 03, 2010

La secta de la Manzana


Me gusta la fruta. Tengo esa suerte. Como de todo. Las que más las fresas y las cerezas. Aunque la mandarina aplastada en mi boca (lo hacía de niño...) tiene un sabor espléndido. Y las peras maduras me encantan. Sólo le hago algo de ascos al melón y la sandía... Qué le voy a hacer... Pero si me ponen delante un racimo de moras no hay quien me pare. Y además hay una que me fascina sobre todo: La manzana.

Vale. Reíros.... Ya está el friki con su manzana... Pues sí. Soy adicto a la manzana. Si algo me caracteriza es mi fanatismo por la fruta mordida (que no prohibida). Llegó a mi vida en los noventa y el flechazo todavía me dura. Es ver un Mac y se ilumina el alma....Y en Nueva York no podía faltar. En esta ciudad que todo lo tiene, Apple tenía que dejar claro su lugar en la ciudad. Y yo tenía que encontrarlo.

Nos lo topamos frente a Central Park en la Quinta Avenida... dónde si no. Un edificio subterráneo lleno de ordenadores, gente joven que reía y hacía cola para probar el nuevo Imac. Para entrar había que bajar unas escaleras circulares que te alejaban del mundanal ruido. Yo caí en el agujero feliz y compré... cómo no... Adquirí una funda para mi Ipod que uso todos los días y que tanto me ayuda a llevar el día a día...

Apple es mucho para mí. Más que un ordenador. Es una forma de ver las cosas... Los que compartimos este gusto sabemos de lo que hablamos y nadie más nos entiende. Por eso somos "secta" como me dice mi amigo Juan Carlos (algún día abandonarás el PC... verás).

Cuando fui a pagar el artilugio, la muchacha que me cobraba miró sorprendido mi tarjeta de crédito... Yo le dije.... "From Spain, Pamplona!" Y el sonriente me dijo sin dudar "Oh yes!!! San Fermín!!!!" Sus compañeros de al lado se empezaron a reír. Al final, después de darme la tarjeta, me dijo sonriente "adiós pamplonies..." Y yo ni corto ni perezoso le dije: "Agur!" No sé... Ella se quedó sorprendida. Pero la cola apremiaba y no hubo tiempo de explicaciones. Me fui solo con una sonrisa de oreja a oreja a la búsqueda de mis compañeros de viaje. Y abandoné la cola una vez más... enamorado de la tienda Apple... y de formar parte de la secta más maravillosa del mundo... La secta de la manzana...