domingo, octubre 18, 2009

Días rojos. Días con Malea.

"No quiero poseer nada hasta que encuentre un lugar en donde esté en mi lugar y las cosas estén en el suyo. Todavía no estoy segura de dónde está ese lugar. Pero sé que aspecto tiene. -Sonrió, y dejó caer el gato al suelo-. Es como Tiffany's - dijo-. Y no creas que me muero por las joyas. Los diamantes sí. Pero llevar diamantes sin haber cumplido los cuarenta es una horterada; y entonces todavía resulta peligroso. Sólo quedan bien cuando los llevan mujeres verdaderamente viejas. Arrugas y huesos, canas y diamantes: me muero de ganas de que llegue ese momento. Pero no es eso lo que me vuelve loca de Tiffany's. Oye, ¿sabes esos días en los que te viene la malea?
-¿Algo así como la morriña?
-No -dijo lentamente-. No, la morriña se viene porque has engordado o porque llueve muchos días seguidos. Te quedas triste, pero nada más. La malea es horrible. Te entra miedo y te pones a sudar horrores, pero no sabes de qué tienes miedo. Solo que va a pasar alguna cosa mala, pero no sabes cuál. ¿Has tenido esa sensación?

-Muy a menudo. Hay quienes lo llaman angustia.

-De acuerdo. Angustia. Pero ¿Cómo le pones remedio?
-No sé, a veces ayuda una copa.
-Ya lo he probado. También he probado con aspirinas. Rusty opina que tendría que fumar marihuana, y lo hice, una temporada, pero sólo me entra la risa tonta. He comprobado que lo que mejor me sienta es tomar un taxi e ir a Tiffany's. Me calma de golpe, ese silencio, esa atmósfera tan arrogante, en un sitio así no podría ocurrirte nada malo, sería imposible, en medio de todos esos hombres con los trajes tan elegantes, y ese encantador aroma a plata y a billetero de cocodrilo. Si encontrase un lugar de la vida real en donde me sintiera como me siento en Tiffany,s, me compraría unos cuantos muebles y le pondría nombre al gato"


Desayno en Tiffany's. Truman Capote



En la Quinta Avenida con la 57 se encuentra la joyería más famosa del mundo. Paredes de piedra. Pequeños escaparates. Grandes luces y brillos. Se llama Tiffany's. Y un croissant envuelto en papel de estraza junto a un café caliente hicieron el resto.
Llegamos una tarde miércoles. Ya era hora de cumplir lo prometido y ver el lugar que Holly Golightly, el personaje angelical que interpretó Audrey Hepburn y que no era tan perfecto en la novela de Truman Capote.
Tiffany's son cinco plantas. Cada una dedicada a una parte del lujo. Planta primera: Joyas. Planta segunda: Plata.... Planta quinta: Diamantes. Todo lo que hay ahí vale tan 'poco' como tu propia casa o tu sueldo de asalariado. Joyas y más joyas que más que a la venta parecen formar parte de una exposición perfecta. Hay sonrisas. Chicas ricas neoyorquinas comprando anillos con sus madres y mucha corbata y traje como decía Holly. Y todo ello con vistas a una calle con más tiendas de alta costura de las que uno se pueda imaginar. La Quinta Avenida.
Paredes de mármol. Todo impecable y nada parecido a ese anillo de Audrey salido de una caja de galletas.... Pero no importa. Porque lo que es cierto es que la escena inicial de una Quinta Avenida vacía a primera hora de la mañana en la que un taxi para frente a un escaparate y baja una chica vestida con un impecable traje negro es parte de la historia de esta ciudad. Y ellos lo saben. Y te tratan bien. Saben que vienes buscando ese lugar que relataban en la película. Ver las vitrinas y comprobar si realmente cura los días rojos. Los días con malea.

2 comentarios:

Maria dijo...

Me encanta leerte.... y mas ahora...porque he vivido tus últimos relatos y al leerlos los vuelvo a vivir...grcias Deibis, muakkk

Deibis dijo...

Gracias. Si consigo trasladarte allí, aunque sea un ratito, para mí es demasiado. Los viajes son para vivirlos y revivirlos. Con quienes fuimos, con nosotros mismos... Ya sabes que como todo en esta vida lo importante es el viaje... no el destino!!!