jueves, octubre 08, 2009

Esquinas confortables


Hemos caminado un rato desgastando los zapatos. Paso firme al frente hacia el sur. Y de pronto dos líneas se cruzan al final de la calle hasta el infinito. Una sierra de piedra corta y parte en dos la calle. A un lado, Brodway, al otro, la Quinta Avenida. Es el Flatiron. El edificio triangular y vertiginoso de Nueva York.
Siempre tuve pasión por este rascacielos. Desde que lo descubrí en uno de esos libros de Ciencias Sociales de la EGB que pasó por mis manos. Incluso me empeñé en ver edificios parecidos en mi ciudad. No me podía quitar de cabeza lo acurrucadito y feliz que se tenía que estar al final de la habitación más al sur. Sentarse en ese rinconcito circular sin otro objetivo que ver pasar el tiempo, ver pasar las cosas y las gentes en mi mundo. Sin molestar y sin que me molesten.
El rascacielos más original en mi opinión de Nueva York es una joya arquitectónica. Sus fachadas, las dos, son dos moles livianas de piedra que con su ondulaje te llevan al centro de todo, al centro de uno. Y si miras desde esa esquina circular hacia arriba (como hay que mirar siempre en Nueva York: nunca al suelo, siempre al cielo!) sientes que vuelas, que el cielo está ahí para sujetar cosas como esta.

En la Quinta Avenida, junto a la fachada del Flatiron, un viejo librero vendía postales, fotos y cuadros antiguos de esta zona. Yo le compré una foto de una familia que vivía en una calle paralela al edificio. Posaban sonrientes en un estudio de época. El hombre que salía en la foto era un tío suyo, hijo de uno de uno de los obreros que construyeron el edificio y que todas las mañanas comentaba asombrado lo que les costaba construir esa esquina circular. Antes de morir, según el paisano, le donó todo el material para que lo vendiera pues no tuvo hijos a quien dejarlo. Yo la verdad no me lo creí, pero sólo por el interés y por la originalidad le compré la foto. Me llevé un trocito del Flatiron en papel para acurrucarme en él, para dejar pasar el tiempo, viendo pasar las cosas, las gentes... la vida... como tantas veces imaginé delante de este lugar.

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