sábado, octubre 10, 2009

El faro de Nueva York


¿Quién no sonríe cuando ve este edificio? ¿Quién no abre bien los ojos y se evade volando hasta su punto más alto? Y vuelve a la niñez. Al blanco y negro. A King-Kong y sus amigos los aviones. A las gabardinas grises, los sombreros calados, las chicas fumando y los coktails por doquier... a las películas americanas esas que nos dejaban ver sólo los domingos.

El Empire State es el faro de Nueva York. Allá donde vayas, si te sientes inseguro, su impresionante antena te guía. Te observa. Y es más grandioso cuanto más lejos de él te encuentras. Al revés de lo que uno pueda pensar, esta gran torre es un juguete caprichoso que le gusta sorprenderte entre avenidas. Miras impresionado un edificio y de pronto, cuando la descubres en el claro de la calle tu corazón grita: "¡Mira, allá al fondo está de nuevo el Empire!"... Porque el faro de Nueva York te busca a ti, para que no le olvides. Para que le recuerdes siempre.

Traté de medirlo y lo único que conseguí es sentirme más pequeño de lo que uno es. Su impresionante vestíbulo Art Deco, su ascensor de hierro que te invita a sentirte como los grandes actores de los 40 y 60 en la ciudad emergente de Nueva York... Es el edificio que realmente te hace recordar el viejo Manhattan, el que nos pone nostálgicos...

El Empire State se construyo en un año y medio y se inauguró en mitad de la Gran Depresión de los Estados Unidos. No se vendieron ni la mitad de sus oficinas y durante años fue un fiasco económico sólo salvado por su impresionante terraza. Allí una bandera y cientos de turistas observan el acontecer de la ciudad. Entre ellos yo, que recorría con mi mirada todos los lugares ya conocidos y los que me quedaban por conocer. Trazando rutas, tomando referencias. Usando el faro de la ciudad en propio terreno.

El Empire State fue el edificio más alto de la ciudad hasta que llegaron las malogradas torres gemelas. Y hoy vuelve tristemente a poseer ese título. Altura y belleza. Belleza y protección. Protección y guía. La guía que uno necesita en este oceano de torres, casas, gentes y coches que es Nueva York.

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